La pandemia por la COVID-19 ha marcado un antes y un después en nuestra historia. Las commodities, es decir, las materias primas elaboradas de forma genérica que se usan en cadenas de producción más grandes, han sido ampliamente afectadas por la pandemia de COVID-19.
Algunas de las commodities más impactadas se relacionan con las cadenas de producción de equipos de seguridad, cuya demanda, además, ha crecido directamente con la pandemia. A manera de ejemplo, se puede mencionar el caso del algodón, que se encuentra en su nivel de existencias mundiales más bajo de los últimos tres años (89.3 millones de fardos). Este material es muy popular en la elaboración de batas, cubrebocas y chalecos de seguridad.
Otra commodity afectada es la resina plástica. Aunadas a la pausa económica provocada por la pandemia, las heladas en Texas han provocado paros en plantas estadounidenses, por lo que durante la primera mitad del 2021 se presentaron incrementos de más del 94% en los costos. Por si no bastara con lo anterior, la demanda de este material aumentó en sobremanera debido a la compra de jeringas, guantes y mascarillas, productos esenciales para el manejo de la pandemia; además de continuar con la elaboración cascos y otros elementos de resistencia y seguridad.
Se puede agregar el caso del PVC, involucrado con muchos insumos pertenecientes a toda industria, como mandiles, mangas y trajes impermeables. La afectación en costos por esta resina ha sido del orden del 29 al 35%, como efecto de la alta demanda posterior al confinamiento de la pandemia.
En México, lo anterior se suma al aumento de los costos de las commodities vs. la inflación nacional: En mayo, los precios al consumidor se elevaron 5.89% y en junio aumentaron otro 5.88%. Esta elevación no es proporcional a la experimentada por las commodities a nivel mundial, por lo que los costos de producción no logran equilibrarse con el mercado nacional.
También debe considerarse que los largos confinamientos de Asia, Europa y América, han provocado que las rutas de transporte marítimo en contenedores se modifiquen, atrasen y ralenticen. Esto, a su vez, dificulta la importación de productos terminados y de materias primas utilizadas en la fabricación de equipos de protección personal.
Actualmente, se cuenta con pocos espacios vacíos en contenedores, y las rutas tomadas ante la contingencia han dificultado el equilibro en este tema. La logística de transporte, la baja disponibilidad de personal de trabajo y el enorme retraso de movimientos comerciales han ocasionado un desajuste, cuya solución implica mucha coordinación o colaboración entre industrias.
Para solventar el aumento en los costos de producción y transporte, diversas empresas han elevado sus costos. La rentabilidad de muchas transacciones se ha reducido, e incluso grandes marcas como Procter & Gamble y Kimberly-Clark han aumentado sus precios, con la finalidad de mantener sus estándares.
Entonces, es de esperar que las empresas que emplean commodities en la elaboración de productos para la pandemia y de equipos para labores seguras se vean obligadas a transferir sus costos a las ventas finales. De otra manera, muchas áreas de mercado colapsarían, generando crisis aún mayores.
Si bien la pandemia parece llegar paulatinamente a su final, la alta demanda de productos y commodities, y el consecuente aumento de costos podrían prolongarse más allá, de acuerdo con las medidas que se tomen al respecto y el comportamiento del mercado. Hasta el momento, no se prevé ninguna fecha en la que se estabilice esta situación.
Aún si se contempla la mejor de las posibilidades, compensar los estragos ocasionados por la pandemia tomará un tiempo considerable. Mientras tanto, deseamos que las grandes empresas de nuestro país resistan el proceso, y que tanto proveedores como compradores se solidaricen con las medidas tomadas para sobrellevar esta compleja situación.
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